Aunque la República Dominicana es un territorio pequeño, de algo más de 48,000 kilómetros cuadrados, encontramos modelos arquitectónicos diferentes, resultado de la conciliación de las necesidades de los campesinos y demás ciudadanos urbanos con el clima, de los recursos disponibles y de la propia cultura del grupo humano.
En las últimas décadas la arquitectura dominicana ha experimentado un notable desarrollo, aunada al impulso del sector de la construcción. Se percibe un significativo adelanto, no sólo en la cantidad de obras, tanto públicas como privadas, sino también en cuanto al diseño y al uso de avances tecnológicos.
Siglos atrás, grupos migratorios provenientes de tierras continentales fueron poblando la isla La Española y con ellos trajeron, entre otras cosas, sus modelos arquitectónicos y sus tradiciones constructivas. Pero ante las nuevas condiciones ecológicas, posiblemente tuvieron que hacer algunos cambios de materiales, al no encontrar en la isla o en la región de la isla donde se establecieron los materiales tradicionalmente utilizados por ellos.
Las más amplias descripciones de las casas indígenas quisqueyanas las da Fernández de Oviedo en su Historia General y Natural de las Indias, donde nos describe dos tipologías utilizadas: una de planta circular y techo cónico llamada caney, y otra rectangular llamado bohío, con techo a dos aguas y las principales con galerías frontales.
En
cuanto a los materiales constructivos, sabemos que utilizaban productos
vegetales típicos como yagua, cana, yarey, guano, palma, bejuco, etc., y el
método constructivo era con postes de madera que enterraban en el suelo y cañas
sujetadas por bejucos con los techos de palma o paja, dejando en lo alto un
respiradero, recubierto por un caballete, para la salida del aire caliente y
del humo de las brasas que siempre mantenían dentro de las casas.
En la
segunda mitad del siglo XIX, con el nacimiento de la República, se solidifica
la clase campesina y surgen nuevos poblados en el interior del país. Las
migraciones son más frecuentes, así como el intercambio comercial con las demás
islas del Caribe, muchas de ellas colonias de diferentes países europeos como
Francia, Holanda e Inglaterra. Por esa razón, el siglo XIX es más rico en
influencias arquitectónicas y artísticas.
Teniendo
La Española orígenes y similar historia a las demás islas del Caribe, podemos
afirmar que nuestra arquitectura tiene características regionales muy marcadas,
siendo un resultado de influencias indígenas, españolas, africanas y finalmente
de Europa occidental.
Durante
las últimas décadas del siglo XIX y a lo largo del XX, se introducen en la
arquitectura popular nuevos materiales que no son apropiados para nuestro clima
caribeño. Con la introducción de éstos y con otros cambios de este siglo, se
van perdiendo muchas de las tradiciones y conocimientos constructivos que
fueron pasando de generación a generación, desarrollados por los diferentes
grupos que han habitado esta isla.
Las casas
rurales tienen un volumen simple que constituye el cuerpo principal del hogar.
El rectángulo es la forma más empleada.Tradicionalmente no había división de
solares en los poblados vernáculos. Las verjas o empalizadas se hacían sólo en
los corrales. La colocación de las casas no responde a ningún criterio
establecido, siendo bastante desorganizada.
Los
pavimentos de estas viviendas son normalmente de tierra, aunque cada vez más se
encuentran pavimentos de cemento pulido, los cuales se extienden hacia el
exterior de la casa a manera de zócalo de protección o plataforma.Los muros, ya
sean de horcones, tejamanil o tablas de palma, normalmente van pintados de
diferentes colores, con pinturas hechas con pigmentos minerales, aunque cada
vez más utilizan pintura industrial. El modelo construido a base de un forro de
yaguas, tanto en muros como en techos, es el más simple y carente de color.
En
algunas zonas más prósperas, estas casas vernáculas son más grandes, llegando
en ocasiones a tener balcones en una esquina o en el centro de la casa. Las
cubiertas, normalmente de cana, pueden ser a dos o cuatro aguas.
Por la
carencia o alto costo de la cana, por modernización o por ?estatus?, los techos
son sustituidos por láminas de zinc acanaladas, las cuales convierten el
interior de la casa en un ambiente caluroso.
Cuando
las viviendas adoptan materiales industrializados, formas más complejas y son
construidas ya no por los usuarios ni en convites, sino por maestros
constructores, entonces pasamos a otra categoría de arquitectura a la cual
denominamos popular. Esta arquitectura la encontramos más en el ámbito
suburbano o urbano y a lo largo de carreteras.
Estas
viviendas utilizan madera aserrada, ventanas de madera con celosías,
normalmente tienen balcones, pavimentos de cemento pulido, en ocasiones con
color, y las cubiertas de láminas de zinc tienden a ser más complejas.
Aparecen
elementos decorativos como tragaluces de madera sobre puertas y ventanas, así
como cresterías caladas en los aleros. El color sigue siendo un elemento
importante, tomando aún más fuerza que en los modelos vernáculos, debido ante
todo a la utilización de toda la gama de pintura industrializada, teniendo
predilección por colores vivos como amarillo, rojo, rosado, verde y azul, con
los detalles decorativos muchas veces en blanco o una combinación de los
colores mencionados.
Esta
arquitectura a la que podríamos llamar también antillana, tiene más influencias
francesas, inglesas y de otras naciones europeas establecidas en el
archipiélago de las Antillas, en el mar Caribe.
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