La literatura cubana es una de las más prolíficas, relevantes e influyentes de América Latina y de todo el ámbito de la lengua española, con escritores de gran renombre como José Martí, Gertrudis Gómez de Avellaneda, José María Heredia, Nicolás Guillén (Poeta Nacional de Cuba), José Lezama Lima, Alejo Carpentier (propuesto para Premio Nobel de Literatura y posteriormente fue Premio Cervantes 1977), Guillermo Cabrera Infante (Premio Cervantes 1997), Virgilio Piñera y Dulce María Loynaz (Premio Cervantes 1992), entre tantos otros
Inicios
La literatura de habla hispana en el territorio cubano, se inicia con la conquista y colonización española. Los conquistadores traían consigo cronistas que redactaban y describían todos los acontecimientos importantes, aunque con puntos de vista españoles y para un público lector español. El más importante cronista que llegó a Cuba en el siglo XVI fue Fray Bartolomé de Las Casas, autor, entre otras obras, de “Historia de las Indias”.
La primera obra literaria escrita en la isla data del siglo XVII, cuando en 1608, Silvestre de Balboa y Troya de Quesada (1563 - 1647) publica Espejo de Paciencia, un poema épico-histórico en octavas reales, que narra el secuestro del obispo Fray Juan de las Cabezas Altamirano por el pirata Gilberto Girón.
Silvestre de Balboa
Siglo XVIII
No fue hasta 1739 que aparece en Sevilla la primera obra teatral escrita por un cubano: "El príncipe jardinero y fingido Cloridano", de Santiago Pita, comedia de una bien lograda imitación de las expresiones artificiosas de la época, con ocasionales reminiscencias de Lope de Vega, Calderón de la Barca y Agustín Moreto.
.El canto a la naturaleza autóctona iba siendo el tono y el tema primado de la poesía de Cuba; los poemas inaugurales con mayor calidad son la oda "A la piña", de Zequeira, y la "Silva cubana", de Rubalcava
Lope de Vega
Agustín Moreto
Entre 1790 y 1820, como fechas aproximadas, se extiende el lapso del neoclasicismo, caracterizado por el empleo de formas clásicas semejantes a las preferidas en la Metrópoli, con iguales evocaciones de dioses grecolatinos, pero con un singular protagonismo de la naturaleza como clara intención de mostrar diferencias en relación con Europa.
El Romanticismo madurará en Cuba gracias a una figura de rango continental, cuya obra poética rompió con la tradición de la lengua española, incluso de la propia metrópoli, dominada entonces por un neoclasicismo de diversas gradaciones. José María Heredia (1803 -1839), y además de ser el primer gran poeta romántico cubano, fue también ensayista y dramaturgo. El Modernismo, ya existe una tradición poética cubana, en la que pudiera decirse que apenas faltaba el grado de universalidad que se alcanzó brillantemente con José Martí (1853 – 1895).
El siglo XIX cubano contó, además, con filósofos e historiadores como Félix Varela, José Antonio Saco y José de la Luz y Caballero que prepararon la generación de la independencia.
José María Heredia
José Martí
Siglo XX
El siglo XX se inicia con una República mediatizada por la ocupación norteamericana. Cuba ha salido de una cruenta Guerra de Independencia, y la literatura cubana, en la primera mitad de ese siglo, va estar marcada por el influjo de dos grandes escritores: Julián del Casal y José Martí, los primeros modernos.
En la segunda mitad del siglo XX y lo trascurrido del XXI, el desarrollo de la ensayística no se detiene, y el género cuenta con decenas de cultivadores entre escritores, poetas e investigadores. Imprescindibles son los nombres de Roberto Fernández Retamar, Ambrosio Fornet, Graziella Pogolotti, Leonardo Acosta, Eduardo Torres Cueva, Rafael Rojas, Jorge Luis Arcos, Enrique Sainz, Luis Álvarez, Virgilio López Lemus, Alberto Garrandés, Jorge Ángel Hernández y muchos otros más.
En la primera mitad del siglo XX se continúa escribiendo literatura para niños y jóvenes. En esta época destacan fundamentalmente Dulce María Borrero, con sus Cantos escolares, Emilio Bacardí Moreu con Cuentos de todas las noches, libro publicado tardíamente en 1950; René Potts con Romancero de la maestrilla (1936); y Emma Pérez Téllez, con Niña y el viento de mañana (1938) e Isla con sol (1945); los dos últimos son autores de poesía. Sin embargo, la mayor trascendencia la alcanza la autora Hilda Perera Soto, con Cuentos de Apolo (1947), una obra esencial dentro de la literatura para niños y jóvenes en Cuba.
Roberto Fernández Retamar
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